El otro día estaba con unos chicos que todavía no se bien quiénes son, no porque no los conozca, sino porque no se si quiero literalmente conocerlos, que lleguen a mi ser y lo vean así todo desnudo, frágil y mentiroso, y uno me dijo que el motor que impulsa su vida es el amor.
Me preguntó cuál era mi motor, y yo le dije que era la muerte: llegar a mi lecho total y completamente satisfecha de mis actos pero sin olvidar que siempre seré un punto minúsculo e insignificante de la galaxia. Sobre todo eso, no olvidarme de lo insignificante que soy y seré. Y ahí empezó el debate políticamente correcto de "Ay! cómo vas a decir eso" y "¿Acaso nunca te pensás enamorar?". Desde el lugar común, claro. Como siempre soberbia, respondí que esas eran puras mentiras sociales que la gente se cree para hacer más vivible su vida aburrida y sentirse menos vacío. Agregué que el amor más puro es el que se siente hacia la madre. Madre literalmente, quién te parió, no quien juega a serlo incontables veces.
Confirmé muchas veces lo que venía pensando desde que dejaste de estar en mi vida: la gente es tan reciclable... Va y viene como cuando te equivocás de aula en la facultad.
Yo estaba jodida cuando te conocí y estoy completamente jodida ahora. Porque pensar que todo eso que sentía ya no está me da asco. Me da asco saber que todo puede venir e irse como si nada, como si fuera una garabato que borrás en el momento que tiene que borrarse. En realidad, me da más asco saber que puede repetirse con otra persona. Entonces, yo me pregunto si era real todo eso, me pregunto si yo soy real.
Qué mecanismo tan egoísta.
Y yo ahora, toda desnuda en mi ser, tengo que caminar por esta nube de idiotez y gente superficial, buscando tu cara en otras personas, buscando pedazos de vos en cualquier parte. Tengo que dejarme entrar por todos mis costados. Y eso me hace mierda, yo no quiero que nadie vea lo mismo que vos viste. No quiero que nadie más me ponga de colores.