Se terminó. Caput.
Después de mucho estudiar, la mamá del bebé me tuvo que enseñar que el sentido se construye en el discurso, que no existe tal cosa externa a él.
Estuve tratando de racionalizar por qué él le dice "te amo"a su nueva novia, que, en este caso, sería un Torino modelo '75 estacionado en la playita de Olivos aguardando las miradas de los curiosos con su dueño estratégicamente sentado en el capot reluciente con cara de desentendido, con cara de "qué están mirando? nunca vieron un Torino?". Estuve semanas tratando de configurar en mi cabeza una explicación racional a su repentino "te amo". Hipotetizé en base a mí, en el tono en el que me lo decía a mí; en los momentos en que me lo decía; en lo dura que se me ponía la piel cuando me lo decía; en el primer y único momento en que esa frase tuvo sentido en mi vida. Y yo, sin pruebas, sin nada empíricamente posible estaba tratando de entender por qué le estaba diciendo eso a ella, al Torino estacionado. Pero ahí la mamá del bebé me explicó que el sentido de las cosas no es el mismo para todos, y yo la escuché atenta atentísima, como si nunca en la vida hubiera escuchado algo similar.
Ahora que ya no paso 56 horas seguidas pensando en lo que pudo haber sido, me doy cuenta de que me llevó mucho tiempo llegar a la conclusión de que sos un sorete, conclusión a la que tarde o temprano iba a llegar. Podría optar por asumir que bueno, no funcionamos, blablabla, pero prefiero hacerme cargo y decirte que sos un sorete y un cagón. No puedo culparte por lo miedoso, porque cada uno hace lo que puede, pero si puedo culparte por ser un sorete, porque hiciste elecciones de mierda, no por el Torino, de hecho está muy lindo, pero sí por abollarme el frente y ni siquiera haberme dejado los datos del seguro.