16 de agosto de 2010

The unborn chicken voices in my head

H está fastidiosa. Está aburrida de ser. Le duelen los días, le duelen las preguntas, los silencios -sus silencios- todo el tiempo. H quiere ver el final de las cosas, quiere dejar de caminar en la nada misma. La nada misma, ése es su problema.

Pero ella tampoco llena la nada de sí: no la llena de él, ni de ellos, de ellas, de túes, de yoes, de mies. La deja vacía. No la saca de su trono ni la muestra.

Eso sí: la usa de escudo, de almohada, de sostén, de espada, de papel, de sombra. Le clava cosas en los ojos, la aprieta, le pega, la cura, le da calor, la descuida después la abraza.

Esa cosa que le sostiene la cabeza cuando se va a dormir no son los hombros, no es ella, es la nada misma, campeón.