Me siento y escucho, con la paciencia y estoicidad fingidas que me caracterizan. Me siento y escucho esa cantidad de puñaladas de aire que tenían para decirme. Hasta que dejé de fingir y le pedí que no hablara más: era tiempo de procesar todo ese vacío monstruoso que crecía dentro de mi acorazado ser.
Sentir el eco de mis propias palabras en estéreo ya no me es un problema. Hace meses que me escucho insoportable y hace años que sé que tuve razón.
Yo lo planeé todo desde que me concibieron. Antes de nacer yo ya sabía que esto iba a ser siempre una mentira, por eso soy una mentirosa innata. Tu credibilidad depende de eso, de cuántos años planeaste una mentira, de tu capacidad de ser un puto híbrido sin quebrarte.
Hace meses me liberé de mi misma. Ayer me lo gritaron, con megáfono y todo.