Es un hecho: tengo múltiples obsesiones. Con cosas y con gente. Hoy voy a escribir sobre #esa# gente con la que me obsesiono. No es que #esa# gente tenga un perfil especial, la del perfil especial soy yo, claro.
Es un hecho que cuando no queremos que suceda cierta desgracia apelamos a la superstición, los que creen en eso, claramente. Por ejemplo: cuando alguien dice "morite pelotudo" un par de nabos como yo, que no queremos que nadie muera, nos tocamos: a. la teta izquierda si sos mujer b. el huevo izquierdo si sos hombre. También están las variables de la madera y la nuca, pero a mi me gusta más tocarme la teta.
Yo me busqué ciertos episodios surrealistas que podría identificar como desgracias. Desgracias, en su imaginario, sr. lector, debería aparecer entrecomillado. Bueno, me busqué... sres. esto soy yo. Una máquina de reproducir eventos incómodos. Una máquina de imaginar a los que no me agradan, en lugares miserables. Y lo mejor de todo esto (quizá lo peor para ese pedazo de mierda que le tocó cruzarse conmigo) es que, para mi, es placentero.
Pero también soy esto: no rozo lo cobarde, pero ponele que si.
Entonces, con un centenar de episodios desagradables detrás mío, es que tengo que salir a la calle. Tengo que tomarme un bondi que pasa por cierto lugar donde puedo cruzarme con cierta mierda miserable. Tengo que caminar cuadras donde posiblemente esté alguna otra mierda miserable. Las mierdas miserables pueden aparecer en cualquier momento, you know. No tienen lugar ni tiempo, aparecen así de la nada, donde ni por puta casualidad pensás que puede estar. Es un tema, si.
Por eso me ayudo de mi teta izquierda. Ojo, nada que ver con el TOC (trastorno obsesivo compulsivo) lo mío. Nada que ver.